"Emoción de la geometría" El alongado espacio expositivo del Sporting Club acoge, estos días, con natural correspondencia formal la geometría pictórica de la artista valenciana Charo Peiró, 
constituyendo el encuentro de arquitectura y pintura efectiva alianza para un recorrido panorámico que al volver los pasos patrocina una más lúdica secuencialidad y asociación entre imágenes. Obra centrada en la composición rectangular, las relaciones entre campos cromáticos y el oscilar protagónico de forma y fondo, las imágenes de Charo Peiró destacan por una organización constructiva de trasfondo emocional evidenciando en el contraste de la idea de vacío areferencial de hermética definición y la más expansiva, dinámica y gestual trama nebulosa de subliminal sugerencia, en un ejercicio de formalización del mundo espiritual estéticamente emparentado con los objetivos seguidos en su momento por Rothko; nutridos de silencios e introspección que, no obstante, dejan ver la efervescencia que subyace tras un breve y apagado cromatismo que es mixtura de energías contenidas, los mundos propuestos por Charo Peiró se eximen de pleitos semánticos para posicionarse en la funcional órbita de los estados contemplativos, aludiendo así a su íntima condición, como susurro a discernir o interpretar en la ingrávida poética de la yuxtaposición de planos que consiguen –con mayor o menor fortuna- trascender la mirada del espectador por horizontes que se anuncian infinitos.
Christian Parra-Duhalde.
(Editado en Postdata del diario Levante el 15 abril de 2005)
constituyendo el encuentro de arquitectura y pintura efectiva alianza para un recorrido panorámico que al volver los pasos patrocina una más lúdica secuencialidad y asociación entre imágenes. Obra centrada en la composición rectangular, las relaciones entre campos cromáticos y el oscilar protagónico de forma y fondo, las imágenes de Charo Peiró destacan por una organización constructiva de trasfondo emocional evidenciando en el contraste de la idea de vacío areferencial de hermética definición y la más expansiva, dinámica y gestual trama nebulosa de subliminal sugerencia, en un ejercicio de formalización del mundo espiritual estéticamente emparentado con los objetivos seguidos en su momento por Rothko; nutridos de silencios e introspección que, no obstante, dejan ver la efervescencia que subyace tras un breve y apagado cromatismo que es mixtura de energías contenidas, los mundos propuestos por Charo Peiró se eximen de pleitos semánticos para posicionarse en la funcional órbita de los estados contemplativos, aludiendo así a su íntima condición, como susurro a discernir o interpretar en la ingrávida poética de la yuxtaposición de planos que consiguen –con mayor o menor fortuna- trascender la mirada del espectador por horizontes que se anuncian infinitos.Christian Parra-Duhalde.
(Editado en Postdata del diario Levante el 15 abril de 2005)
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